Un Hombre Que Desea Riqueza

Durante todos estos años que hemos sido amigos, nunca habías hablado así, -replicó Kobi intrigado. -Durante todos estos años, jamás había pensado así. Desde el alba hasta que me hacía parar la oscuridad he trabajado haciendo los más bellos carros que pueda fabricar un hombre, sin casi atreverme apenas a esperar que un día los dioses reconocerían mis buenas obras y me darían una gran prosperidad, lo que jamás han hecho. Al fin me doy cuenta de que nunca lo harán. Por eso estoy triste. Deseo ser rico. Quiero poseer tierras y ganado, lucir bellas ropas y llenar mi bolsa de dinero. Estoy dispuesto a trabajar para ello con todas mis fuerzas, con toda la habilidad de mis manos, con toda la destreza de mi cabeza, pero deseo que mis esfuerzos sean recompensados. ¿Qué nos ocurre? Te lo vuelvo a preguntar. ¿Por qué no tenemos una parte justa de todas las cosas buenas, tan abundantes, que pueden conseguir los que poseen el oro? -¡Ay si conociera la respuesta! -respondió Kobi-. Yo no estoy más satisfecho que tú.

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