
Cuando era niña mi mamá tenía un dicho: “Te mereces todo lo bueno y maravilloso de este mundo”.
Crecí creyendo en esto. Pensando que todo lo extraordinario podía llegar a mi vida sin la más mínima complicación, y es que, cuando tenemos fe, las cosas fluyen mágicamente. Por supuesto que esta frase comenzó a difuminarse de mi memoria cuando, tiempo después, siendo un poco mayor, al pasar por una crisis emocional mientras discutía con mi madre, esta me miro y me dijo seriamente “Si continuas así, nadie te va a soportar”. Con lagrimas en los ojos, cerré la puerta de mi habitación y continúe sintiéndome terrible. Nunca noté el impacto de dicha oración hasta hace unos días, casi 9 años después.
Las heridas surgieron como tema de conversación una noche, y en ese instante no identifique ninguna, pero unos meses más tarde, mientras meditaba sin ninguna intención, las palabras retumbaron en mi cabeza de nuevo.
Entonces algo llego a mi mente:
Había pasado casi una década viviendo con el miedo a quedarme sola.
Pero ¿cómo podría yo tenerle miedo a la soledad? ¡Estar sola es algo que me encanta! Sin nadie a mí al rededor podía ser libre, tal y como me gustaba ser. No comprendía como algo tan característico de mi ser podría ser la causa de algún problema.
Seguí pensando y explorando hasta encontrarle un sentido, y de pronto me hallé recordando todas esas situaciones en las cuales me sentí culpable por demostrar lo que opinaba o creía, esos instantes en los cuales prefería estar conmigo misma, sin molestar a nadie y sin permitir que nadie me lastimara. Comprendí que ese temor irracional partía de aquel implante que elegí adoptar. El aislamiento no era el problema, pero el sentirme rechazada, sí. De pronto vino a mi memoria todo lo que cambié en mí, por y para los demás. Aquellos detalles que componían a mi esencia, que sin aviso previo decidí corregir. Usar vestidos, bailar por los pasillos y cantar a todas horas, cosas que me hacían muy feliz, y que me permití abandonar.
No sentirme capaz de recibir atención también tuvo un gran impacto, pues logré asimilar que muchas de mis posturas eran consecuencia de mi propia ideología. Muchas amistades de las que poco a poco me fui alejando al ponerme a la defensiva, pues realmente creía que nadie en esta vida podría soportar a alguien como yo. Tantas noches largas y días de espera, tratando de buscarle respuesta a las preguntas que surgían dentro de mi cabeza. Después de mucho tiempo, me vi al espejo emocional tal y como era: incompleta, pero dispuesta a recuperarme.
La evolución te hace darte cuenta de que las heridas son una oportunidad de crecimiento, y no una oportunidad para tirarlo todo a la basura. Aquí abandono todas las culpas y juicios, y abro los brazos en agradecimiento, pues por fin, he recordado lo afortunada que soy.
Es por eso que elegí escribir este texto, que es, simplemente, una carta para ti, que lees esto ahora:
Es indispensable que sepas, hoy y siempre, que incluso en tus días más obscuros y en los momentos más difíciles, SI, te mereces todo aquello que hace a tu corazón vibrar. Que, sin importar las turbulencias del camino, eres el arquitecto de tu propio destino, y que aun cuando te sientas vacío, con la inspiración perdida en la distancia, en tus sueños se encuentran los planos para tu futura obra maestra. Te mereces una vida plena. Fuiste creado para recibir amistades honestas y duraderas. Eres más que un lienzo vacío, pues tus cualidades destacan igual que los colores más brillantes en la pieza de arte más bella. Te mereces amar cada una de tus partes, uniendo cuerpo, alma y mente con el entusiasmo que irradias por cada poro de tu piel. Llevas dentro de ti el amor y afecto de aquellos que tienen la fortuna de conocerte, incluso si a veces lo olvidas. Sabes perfectamente que tu mente es capaz de resolver cualquier problema, pero también de hacerte consciente de lo valioso que eres. Tienes derecho a una vida sin dolor, llena de salud y rebosante de alegría. Te mereces todo el amor del mundo, no amor a medias ni amor de lejos, ni mucho menos un amor que no te permita ser feliz. Eres digno de todo aquello que elijas. Eres digna de crear eso que tanto anhelas. No pierdas la fe, y confía en que te encuentras en el lugar correcto. Y aunque pudieras pensar que esto no es verdad, debes saber que, en el momento indicado, encontrarás ese lugar, a esas personas, y esos momentos que se sientan como tu hogar.
Sigue adelante y no mires hacia atrás, que toda la luz que existe en ti es suficiente para iluminar al mundo entero.
Con amor, Pame Lizcano.
Escritora y Canalizadora Angelical
Te invito a seguirme en Facebook: LUZ Clínica Para El Alma y a escribirme si tienes alguna cuestión personal a luzclinicaparaelalma@gmail.com