Los secretos de la prosperidad financiera

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¿Por qué unos pocos prosperan mientras la mayoría vive en la incesante batalla por sobrevivir, estancada financieramente, cuando no empobreciéndose de manera alarmante?

¿Por qué las dificultades, la falta de dinero y el encarecimiento de todo nos mantienen en constante inquietud?

¿Por qué financieramente nos va tan mal a la mayoría?

¿Cuál es el secreto de la prosperidad que sólo unos pocos parecen conocer?

Son preguntas importantes, más aún en estos turbulentos tiempos.

  • La economía está en crisis.
  • Los empleos escasean.
  • Las empresas reducen personal.
  • La inflación de dos dígitos pulveriza los salarios.
  • Los combustibles aumentan de precio de forma acelerada.
  • Los alimentos se encarecen.
  • El costo de la vida nos saquea las carteras.
  • El sueldo no alcanza y nos sentimos atrapados en una situación que no apunta a nada bueno.

Bien, estas circunstancias no son nuevas. Se han vivido en otras épocas y otras latitudes. Aunque sirve de poco consuelo saberlo. Lo que es más importante es preguntarnos: ¿Por qué a algunas personas parece que la crisis no las afecta de igual manera? ¿Por qué, con el paso del tiempo, unos pocos prosperan y se enriquecen honestamente, mientras otros se estancan o, peor aún, se empobrecen y caen en la miseria?

La prosperidad tiene sus leyes, sus principios. Y uno tiene que conocerlos. Y aplicarlos. Los principios de la prosperidad son distintos, y en ocasiones, opuestos, a los principios que promueve el consumismo.

 

Los principios del consumismo son: endéudate, gasta, consume, goza ahora, no te limites, no pienses, no te preocupes… Los principios de la prosperidad son: produce, invierte, ahorra, practica la gratificación diferida, controla tus gastos, piensa en tu futuro, preocúpate por optimizar tus gastos y ampliar tus ingresos…

 

La sociedad promueve y favorece el consumismo. Somos educados para ser empleados (en vez de empresarios) y en ser consumidores (en vez de productores). Ese fue el papel que la sociedad capitalista asignó al sistema educativo: crear mano de obra calificada, empleados y técnicos, y al mismo tiempo enseñarles a consumir, de manera que fueran mercado de productos y servicios, y para que, de esa manera, el salario que recibieran por su  trabajo volviera, vía compra de productos y servicios, a los patrones que les tenían contratados. Y durante décadas el sistema operó bien.

Las familias enviaban sus hijos a las universidades para que salieran a ser empleados de cuello blanco de los empleadores. Y la publicidad los deslumbraba con toda clase de productos y servicios para que se gastaran el dinero que recibían, y además les enseñaba a endeudarse con las tarjetas de crédito, con la política de “Goce ahora y pague después”. Y muchas personas mantienen esa mentalidad.

Pero los tiempos han cambiado. Estamos en un proceso de transición que no sabemos a dónde nos conducirá. Los modelos económicos se están transformando. El viejo modelo industrial se bate en retirada. La economía del conocimiento se expande. La dependencia de combustibles fósiles ha entrado en peligrosa crisis. Los referentes económicos están desplazándose de Estados Unidos a China y La India. El capital especulativo vuela de un lugar a otro. La economía se tambalea en los países desarrollados y se estremecen las economías de los países subdesarrollados. Mantener la mentalidad consumista y dependiente es suicida en estos momentos. Necesitamos aprender a ser productores, en vez de consumidores; a desarrollar iniciativas de negocio que suplan ingresos complementarios, en vez de limitarnos a un salario cada vez con menor poder de compra. Necesitamos cambiar, antes de que el cambio nos cambie y nos aplaste.

El sólido conocimiento financiero que George Samuel Clason nos comparte en su famosa obra El hombre más rico de Babilonia es de una importancia invalorable en estos momentos. Nunca como ahora estos consejos son tan necesarios y de urgente aprendizaje. Nunca como hoy son tan actuales y trascendentales. Es el momento de aprender, de estudiar, de asimilar y aplicar los consejos y principios de prosperidad que Clason nos enseña a través de la parábola de Arkad, quien hizo una gran fortuna en la mítica Babilonia y el cual comparte su sabiduría financiera con Bansir y Kobi. Aprendamos de él, que aún tenemos tiempo. Aquiles Julián

 

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